La Plata es una ciudad cultural. De acá salieron Virus, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Él mato a un policía motorizado, Guasones y Estelares, por citar algunas bandas emblemáticas del rock nacional. Ni hablar del bailarín Iñaki Urlezaga y del pincel de Emilio Pettoruti. O las plumas de Ernesto Sábado, Gustavo García Saraví, Matilde Alba Swann y Pedro Bonifacio Palacios (más conocido como “Almafuerte”). Todos ellos crecieron acá. Todos ellos hicieron que esta urbe sea única.
Pero además de esas prestigiosas figuras, también contamos con varias obras arquitectónicas donde se respira arte, fomenta el encuentro social y aprenden valores fundamentales para nuestra convivencia. ¿Algunas de ellas? El Teatro Argentino, el Teatro Coliseo Podestá, el Museo de Ciencias Naturales, la Casa Curutchet y, por supuesto, la República de los niños. Esta última llamada cariñosamente por los platenses como la “Repu”.
Es incomprensible que se ponga en duda una pieza primordial de este patrimonio cultural. Pensar que la República de los niños es un simple bien inmueble que se transfiere de una gestión a otra es no entender el verdadero valor que tiene este tipo de instituciones para la sociedad.
La “Repu” constituye la identidad platense. Está presente en nuestra rutina. Forma parte de nosotros, como espacio recreativo y como parque temático en el que se enseña y promueve el concepto de ciudadanía. ¿Qué vecino no fue alguna vez a disfrutar unos mates un domingo de primavera, a hacer ejercicio físico a la tardecita, a escuchar una buena banda de rock o a pasear por el Centro cívico para enseñarle a sus hijos cómo funciona la democracia? Seguro, casi ninguno.
Además, es curioso que, en una época donde los gobiernos locales de todo el mundo asumen cada vez más competencias (seguridad, educación, salud, tránsito, etc.), se pretenda delegar funciones a una administración provincial. Todo al revés. La cercanía es la mejor herramienta para cuidar y proyectar una institución pedagógica y de esparcimiento como la República de los niños.
En lugar de intentar sacarnos este patrimonio cultural, tendrían que darnos lo que nos corresponde por ley. Como reclamamos en reiteradas ocasiones, La Plata no recibe la Tasa de Capitalidad desde el año 2014. Seis años de deudas con todos los platenses que pagan sus impuestos. Esos recursos facilitarían no solo mejorar las condiciones de la “Repu”, sino que, además, permitirían recuperar otros sitios clave como el Teatro del lago, que se está cayendo a pedazos ante los ojos y la inercia de la administración local actual.
Sin duda, falta mucho por hacer en la República de los niños. Pero que quede claro: los platenses estamos orgullosos de ella. Hay un consenso total –político y social– en que es un ícono cultural que vamos a defender con la ley, el sentido común y, sobre todo, el inmenso cariño que le tenemos.
Pablo Parente – José Arteaga