El coronavirus golpea con fuerza. Impacta en lo más importante que tenemos como personas, la salud, pero también en lo que nos permite desarrollarnos, la economía. Todo el país lo siente. Y La Plata no es la excepción. La ciudad vive una crisis tan profunda como inédita.
Desde FundPlata nos encargamos hace varios años de estudiar la actividad comercial local. Dicha tarea, que es un termómetro fundamental para que las instituciones privadas y públicas planifiquen, hoy es imposible de realizar. El Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) limitó nuestro trabajo de campo. Aun así, hemos revelado testimonios, experiencias y estadísticas que ayudan a cartografiar económicamente a la ciudad. El diagnóstico es alarmante: la cuarentena aceleró el declive que mostraba el sector en los últimos dos años.
¿El motivo? Sencillo: hay que pagar alquileres, salarios, servicios, tasas, impuestos y mercadería mientras la facturación es mínima o nula. Este desfasaje es letal para la economía platense. Como medida paliativa, en muchos casos, empleadores y trabajadores acodaron disminuir los salarios. De hecho, en varias empresas, la rebaja llegó al 50%. En otras situaciones ni siquiera alcanzó esa decisión; directamente, se cortó la cadena de pagos y miles de familias se quedaron sin ingresos para cubrir sus necesidades básicas.
Y esta agonía atraviesa todos los rubros: construcción, gastronomía, indumentaria, peluquería, ferretería e inmobiliario, por citas algunos. Guillermo Moccero, CEO de Vonhary, explica este panorama sombrío en el catering: “El gran problema será si, por el Covid-19, no podemos realizar los eventos programados para este año. El cliente va a querer la devolución de lo pagado y la mayoría de los salones no va a poder hacer dicho reembolso”. Si en octubre no se abren los salones, Moccero pronostica que el 65% de las empresas desaparecerán.
Gustavo Celestre, presidente de la Federación Empresaria La Plata (FELP), afirmó que es imposible producir estadísticas porque el cierre de locales es permanente. Ante la consulta de cómo los negocios acceden a los créditos del gobierno, expresó: “Sólo el 20% de los comercios califica para obtener crédito en la banca pública. Y la banca privada está ausente”. El rebote de este inconveniente lo sufren las inmobiliarias, que no pueden percibir el alquiler mensual. Gustavo Rodríguez Dacal, principal referente de bienes raíces en la ciudad, informó que “marzo tuvo una incobrabilidad del 32%, abril del 30 % y en mayo no tenemos cobros”.
Claro que el Covid-19 no es el único responsable de esta crisis. La caída del Producto Bruto Interno (PBI) y el deterioro del poder adquisitivo del salario debido a la inflación, durante el 2018 y el 2019, hicieron mella en el sector PYME-comercial e inmobiliario de nuestra ciudad. La economía de este año insinuaba una mínima reactivación en los estratos más castigados en los últimos tiempos, pero desde la implementación del ASPO, las expectativas se evaporaron.
El horizonte es borroso. Como decía el filósofo polaco Zygmunt Bauman: “Hoy, nuestra única certeza es la incertidumbre”. Algunos economistas vaticinan que nos asomamos a una remake del 2001; otros analistas pronostican un escenario socioeconómico peor. Por eso, quizás como nunca antes, las PYMES platenses necesitan para despegar al Estado –municipal, provincial y nacional– y también a la banca privada. Sin su acompañamiento, la economía local está condenada a sobrevivir, o, siendo más pesimistas, a extinguirse.
Pablo Parente – José Arteaga