Un 8 de marzo, pero de 1857, un hecho tan cruel como la desidia ante la inminente muerte de tantas mujeres trabajadoras, marcaría un antes y un después en la historia. Esta fecha viene a rememorar la lucha de las mujeres por el reconocimiento y ejercicio efectivo de sus derechos y tiene un antecedente histórico: la declaración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, llevado a cabo en 1910 durante la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas.
La mujer empezaba a empoderarse, las mujeres comenzábamos a darnos cuenta acerca de las injusticias, las desigualdades y la violencia de la que éramos víctimas. Una lucha que recién empezaría, mientras que sabíamos que muchas hermanas quedarían en el camino, un camino que nos llevará ante la igualdad de derechos entre hombres y mujeres e igualdad de oportunidades, pero fundamentalmente a que cada una y todas de las mujeres reconozcamos ese derecho y nos hagamos valer.
Han pasado 166 años de aquella jornada en la cual cientos de mujeres trabajadoras en fábricas textiles de Nueva York tomaron las calles de la ciudad y marcaron contra la extensa jornada laboral, los bajos salarios y la diferencia que sufrían en comparación con los hombres. La represión policial, dejó un saldo de 120 mujeres muertas y eso originó el surgimiento del primer sindicato femenino.
Sabemos que aún queda mucho por hacer, pero se han conquistado innumerable cantidad de derechos, se empezó a dar vuelta la página cultural que ponía al hombre en el centro de la escena, comenzando a aparecer nosotras, compartiendo los lugares, escuchándonos, codo a codo, espalda con espalda, con la esperanza de que la sociedad será de iguales, y que ya nadie tenga que luchar para que sea reconocido.
Por las que vinieron, por las que vienen y por las que vendrán, cada 8M paramos y pedimos igualdad de derechos, igualdad de oportunidades, que seamos libres de todo tipo de violencia. La deuda es con nosotras.
Mariana Ormaechea – Abogada
Área de Género FundPlata